Llegué al cuaderno, a la tinta y desaparecieron como fantasmas.
Recuerdo partes del destrozo, sonaba algo así como:
El que no se anima a querer de cerca ni de verdad.
Ella que si lo tocan le duele aunque sea de piedra.
O alguien queriendo más que al atardecer
Queriendo más que la respiración del mar y
Queriendo más que queriendo querer.
Pero el miedo se comió esta poesía
Me devoró a mí y me hizo sangre en la arena.
En la arena de algún reloj sin voz y sin tiempo.
De algún sueño que se quedo sin yo y sin cuerpo.
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