martes, 23 de julio de 2013

Sobre la construcción textual del espacio americano y la conformación del buen salvaje en “el diario del primer viaje de Cristóbal Colón.


“Este sujeto colonial no se define según quien es
 sino como ve; se trata de la visión que se presenta.”
Rolena Adorno (1988).

El espacio americano, como nos ha llegado a la actualidad, se torna  imposibilitado de objetividad, aun más, el espacio americano con la posibilidad de crear un discurso sobre sí mismo, con su propia voz, en las cartas colombinas, se encuentra censurada por lo que Todorov llama “asimilacionismo” punto de vista con el que  Colón piensa este nuevo espacio. O como explica Adorno, el europeo no vería al otro desde la alteridad, sino que buscaría adaptarlo por similitud a sus arquetipos antropológicos. Por lo tanto, sólo nos acercaremos en realidad a la construcción del espacio americano y al otro americano, por medio de los mecanismos utilizados por Colon en este “Diario del primer viaje”.                                                                                                                                                                  Todorov afirma que Colón ha de moverse por tres móviles para la conquista: el primero humano (la riqueza), el segundo divino y el tercero relacionado con el disfrute de la naturaleza. Por lo tanto temáticas de Colón se administran y dividirían en estos tres planos e influirán en las descripciones del espacio. En tanto a la narrativa Araneda afirma que  “los textos  colombinos relatan el encuentro de los europeos con los indicios, signos o señales de la fuente del oro infinito” (Araneda.1988:82). Por lo tanto “hay un suspenso narrativo que nunca se destruye en los escritos sobre el descubrimiento” (82). Luego  Zamora propone, en relación a la retorica del texto colombino que la intervención retorica del nuevo sujeto se manifiesta en diversas maneras  destacando el “comentario editorial” y que se manifestaría en dos formas: la evaluativa  y la no evaluativa, que se verán marcadas por los desplazamientos de persona, los cambios en los que el autor se cita como “el Almirante” (tercera persona) y cuando el mismo se sitúa en el discurso directo  en primera persona.
 Habiendo marcado los lineamientos que seguiremos para analizar la descripción, la narrativa y la retorica del diario de viajes procederemos a analizarlo en orden opuesto anteriormente citado.
1-    Retorica.  Como dijimos el relato en su estructura retorica  se moviliza en la forma de “discurso editorial “[1]que a su vez  se mueve entre el discurso indirecto y el  directo testimonial. Dando la posibilidad de la introducción de una nueva voz que se diferencia y destaca.  cabe aclarar que según Zamora la oscilación entre estos dos mecanismos no solo se lleva a cabo por la modificación de la persona sino también por un distanciamiento semántico  dentro del enunciado en el que se inserta. Ejemplos de esto  es por ejemplo  la utilización como  ya mencionamos de la forma “el Almirante” (Colón 2001: 98) o la constante utilización de los verbos flexionados en tercera persona como “navegó” o “anduvo” etc.  Con el objetivo de resaltar la autoridad del discurso testimonial y la presencia “distanciada de su persona.  Aun mas se nota este objetivo de la búsqueda de la veracidad cuando el autor pasa del uso indirecto al directo testimonial, auto-avalándose, y siendo su propia voz duplicada el sustento de sus propios argumentos como a su vez se genera el movimiento contrario al desplazamiento pues el narrador se acerca a su propio discurso.  Esto le permite por ejemplo habilitarse para el uso de un imperativo hacia La Corona española y desplazarse a su vez de su propio discurso. Cito:
Así deben Vuestras Altezas determinarse a los hacer cristianos, que creo que si comieçan, en poco tiempo acabará de los haber convertido a nuestra Sancta Fe…; todas estas son palabras formales del Almirante.”(135).
Vemos en este párrafo por ultimo como a su vez, al volver el relato a una tercera persona, se desplaza como creador del enunciado desligándose de la orden encomendada a la realeza. Entonces podemos decir que al menos en este aspecto de la retorica la construcción del relato funcionará en la construcción del “yo documental” bajo este juego en el discurso testimonial con el objetivo de certificar y validar lo narrado. Vale mencionar también la naturaleza de este relato en su carácter de “carta de relación”  que también podría funcionar como motivador para esta búsqueda de veracidad del relato debido a su carácter político y por lo tanto la utilización de estos giros retóricos.
2-    Narrativa. Araneda como dijimos propone el análisis del aspecto narrativo por medio del tópico del suspenso indestructible. Ahora bien esta propuesta esta fuerte mente vinculada, como veremos más adelante con la construcción del europeo  del espacio americano puesto que el pre-concepto o “una verdad que se posee” dirá Todorov, de América como una tierra repleta de oro, y riquezas en hierbas etc., riqueza infinita con la cual colon no ha de encontrarse en su relato.
Colon siempre ha de encontrarse con signos de grandes cantidades de oro pero este siempre habrá de encontrarse  a una mayor distancia, estas distancias no son escogidas de forma arbitraria, se vinculan, por un lado, al imaginario de Colón  el cual se encuentra sumergido en los viajes de Marco Polo y sus aventuras t por otro, y por otro lado al oro específicamente como, mencionamos anteriormente, como móvil predominante, según Araneda de las excursiones.
Así, el espacio americano se vuelve un disparador de toda posibilidad de realidad fantástica arraigada a la mitología europea, sirenas, amazonas, el Gran Kan etc. Y como consecuencia Colón frente a los fenómenos inexplicables, obnubilado por su imaginario “pretende estar descubriendo y explorando y el resultado es la deformación del Nuevo Mundo” (Pastor 2008:59), sustituyendo una realidad concreta por un imaginario.
Araneda afirma que este “mito del país áureo” no es un recuerdo irrelevante de libros fantásticos sino el elemento omnipresente que otorga unidad, coherencia y tensión a la narración colombina. A su vez propone que, este aspecto económico se encuentra en adyacencia con la narrativa “cristianizante” si se quiere. Pero sobre este punto puede exponerse una divergencia con la interpretación del procedimiento narrativo que propone Pastor en “Discurso narrativo de la conquista de América” el motor narrativo comienza con la elaboración del inventario  que será inventado, distorsionado, de acuerdo con las necesidades europeas y dentro de este proyecto de utilización comercial de las tierras, esta es evaluada como posible puerto desarrollando en la caracterización del espacio por su potencial explotación. Bajo esta mirada de creará todo el material narrativo de Colón tanto de la tierra como las rutas y el nativo. Por lo tanto a diferencia de Todorov pastor no acepta una exaltación lírica del espacio, más que como un vestido para la destrucción del espacio americano en base a su capitalización.
3-    Descripción. Punto en el que quizás su mayoría se encuentran en cierta unanimidad es en el concepto mencionado de “asimilacionismo” por el cual el diario del primer viaje atraviesa su mirada. Proseguiremos entonces a realizar aquí la reseña de la descripción del espacio  bajo las perspectivas colombinas.
Como hemos dicho para Todorov son tres los móviles del relato colombino “primero  el Humano, el segundo divino, y el tercero relacionado con el disfrute de la naturaleza “(Todorov 1992: 23) podemos decir que estos móviles se manifiestan sobre dos esferas concretas, el espacio americano y el indio. Nativo. Pastor afirma que las concepciones de la naturaleza de esas tierras eran fabulosas, derivaban de los escritos griegos, obras científicas y de relatos de viajes (gran importancia de Marco Polo) por lo cual la construcción de este espacio se vuelve compleja  hasta contradictoria, como dijimos colon no se desplazo del arquetipo antropológico sino que adapto lo desconocido a lo conocido por medio de la distorsión y la funcionalización.
La descripción exuberante las riquezas ilimitadas se repiten de manera obsesiva. La naturaleza fue con quien tuvo Colón el primer contacto, naturaleza asimilada e identificada  edénicamente, siendo caracterizada  con imágenes paradisíacas  La adjetivación en este relato se define bajo dos selecciones por su tamaño “grandes, grandísimas” y por su potencial “verde, fertilísimo” en segundo nivel hace un análisis topográfico, examinando los relieves de las tierras americanas, de gran importancia puesto que las montañas implicaban oro.  Luego el agua aparece caracterizada por la abundancia, el sentido de la reducción es doble, la fertilidad y la ficción de que el agua (dulce) llevaría hasta el oro, la fauna se describe como exótica y la vegetación  como se dijo, calificada de exuberante y exótica.
Desde el momento del descubrimiento el conocer la realidad  concreta fue sustituido por el proceso de identificación con una realidad pre-conceptual y en su primer acercamiento bajo los parámetros  de la narrativa, la descripción genera una tensión entre lo admirable y lo verosímil, cuando acercándonos a las partes finales del relato lo admirable  e idílico del relato comienza a tornarse en espantoso. El Nuevo Mundo para Colón se torna de peligros, se produce una especie de desencanto que luego se volverá agresividad. Aunque para Pastor toda esta construcción descriptiva que en un principio aparenta inocente no existió jamás. Cabe repetir, lo antes mencionado sobre el carácter instrumental de esta descripción basada en la posibilidad de beneficiar al europeo  y el provecho que esta nueva tierra daría a los mismos. Es decir que la segunda valoración del espacio pasa por su apreciación material, por su capacidad de producción de especias o arboles de gran valor en Europa, creando una mayor cotización del nuevo espacio, por la sustitución de la realidad del espacio. El oro las piedras preciosas se separan de la naturaleza aunque pertenezcan a las mismas, pero su exaltación sobre los demás objetos, busca cargar el relato del oro de veracidad, validación y confirmación  pues todo el imaginario de  América dependía exclusivamente del hallazgo de todas estas riquezas.
En tanto a la relación de Colón con el salvaje tanto Todorov como Pastor afirman que es descrita dentro del mismo marco de la naturaleza (por ello he de incluirla en este apartado) como por decantación. La sustitución de estos sujetos será en relación también de los diarios de viaje de Marco Polo, se resalta en una primera instancia su desnudez, su pobreza, su falta de concepto de propiedad y su cobardía. Así su caracterización será por dos valores, su valor intrínseco y su valor material en occidente, su incapacidad para comerciar, agredir y defenderse. La caracterización de “buen salvaje” sustenta el plan de colon de utilizar al indio para la esclavitud por su carácter sumiso y poder aprovechar el “capital del nuevo mundo más allá del saqueo. El contacto con los indios es desconocido en cierta medida, pues no se documenta con fiabilidad, pues por momento Colón afirma  no conocer la lengua (única según él) de los salvajes pero por momento cita discursos diferidos de los mismos,  por lo tanto así como todos los factores anteriores el contacto y conocimiento que Colón tiene del indio son ficcionales, sustitutivos, arbitrarios  y por similitud acomodándolo a sus objetivos de veracidad de la riqueza, de ninguna manera “reales”. Básicamente la presentación del salvaje es tiene su núcleo en  la palabra “vacío” se encuentran vacíos de ordenes económicos, religiosos, sociales etc. Por lo tanto listos para ser insertos como capital, religioso y económico. Cabe mencionar como argumento una especie de hastío que parece tener Colón al tener que hacer relación cada vez que se encuentra con estos salvajes  y repetidas veces enuncia: “toda la gente era una con los otros” (Colón 2001: 118)”semejantes a los otros de otras islas” (122).
Mencionamos nueva mente que a lo largo de los viajes de Colón la imagen del buen salvaje ira siendo transformada a medida que estos se mueven fuera de las caracterizaciones pasivas antes mencionadas, transformando su perspectiva “cristianizad ora” hacia una esclavista las cuales según para Todorov en colon son indisolubles (Todorov 1992: 55) debido a su imposibilidad de conocerlos fuera de su asimilación “preseteada” y su negación a considerarlos como humanos (57).




Biografía:

·        Colón, Cristóbal, Textos y documentos completos. Madrid: Alianza, 1982.
·     De Sigüenza y Góngora, Carlos, seis obras, Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1984.
·         Pastor, Beatriz, Discurso narrativo de la conquista de América, La Habana, Casa de las
Américas, 1983.
·         Todorov, Tzvetan, La conquista de América. Cap. I. Bogotá: Siglo Veintiuno, 1992.
·         Adorno, Rolena, “Los debates sobre la naturaleza del indio en el siglo XVI: textos y
Contextos”, en Revista de Estudios Hispánicos, Universidad de Puerto Rico, 1992.
·         Zamora, Margarita, “‘Todas son palabras del almirante’, Las Casas y el Diario de Colón”,

Hispanic Review, 57, Spring, 1989.



[1] Utilizaremos este término que propone Zamora. Para referirnos a los discursos en a tercera persona. 

jueves, 11 de julio de 2013

El yo quién soy.

Tengo hambre de tomar manos de celeste y ocre roble. 
de vivir en palco de oro de blanco de mar. de hermosas
caminar palabras todas
junto 
lejos .
y así casi todo el tiempo 
siempre en todo 
el también
de ninguno.
el resto lo discontinuo y todo eso y qué sé yo  dónde
se encuentran estas palabras, que en mi alma son una sola 
y en la lengua 
el alma 
de otro, 
de otra 
de antes. 
y yo 
que digo que soy yo y yo es mio. 

martes, 18 de diciembre de 2012

JOSÉ MAURO DE VASCONCELOS MI PLANTA DE NARANJA-LIMA Historia de un niño que un día descubrió el dolor...

"—¿Cuándo es?
—Mañana a las ocho, en la puerta del Casino Bangú. La gente dice que el dueño de la
Fábrica mandó comprar un camión de juguetes. ¿Vas?
—Sí que voy. Y llevaré a Luis. ¿Será posible que yo también reciba algo?
—Claro que sí. Una porqueriíta de este tamaño. ¡O estás pensando que ya eres un
hombre?
Se puso cerca de mí y sentí que todavía era muy chico. Menor aún de lo que pensaba.
—Bueno, algo voy a ganar. . . Pero ahora tengo que hacer. Mañana nos encontramos
ahí.
Volví a casa y anduve dando vueltas alrededor de Gloria.
—¿Qué pasa, muchacho?
—Bien que podías llevarme. Hay un camión que vino de la ciudad llenito de juguetes.
—Escucha, Zezé. Tengo un montón de cosas que hacer. Planchar, ayudar a Jandira a
arreglar la mudanza. Vigilar las cacerolas en el fuego...
—También vienen un montón de cadetes de Realengo.
Además de coleccionar retratos de Rodolfo Valentino, a quien ella llamaba "Rudy", y
que pegaba en un cuaderno, tenía locura por los cadetes.
—¿Dónde viste cadetes a las ocho de la mañana? ¿Quieres hacerme pasar por tonta,
chiquilín? Ve a jugar, Zezé.
Pero no me fui.
—¿Sabes una cosa, Godóia? No es por mí, no. Pasa que le prometí a Luis llevarlo allá.
Es tan chiquitito. Un chico de esa edad solamente piensa en la Navidad.
—Zezé, ya dije que no voy. Y ésas son mentiras; lo que pasa es que tú quieres ir.
Tienes mucho tiempo para recibir Navidades en tu vida...
—¿Y si me muero? Morir sin haber recibido algo esta Navidad...
—No vas a morirte tan pronto, mi amigo. Vas a vivir dos veces más que tío Edmundo o
don Benedicto. Y ahora basta. Ve a jugar.
Pero no fui. Me di maña para que ella a cada momento tropezara conmigo. Iba a la
cómoda a buscar algo, y se encontraba conmigo sentado en la mecedora, pidiendo con la
mirada. Porque pedir con la mirada tenía mucho efecto sobre ella. Iba a buscar agua en la
pileta, y yo estaba sentado en el umbral de la puerta, mirando. Iba al dormitorio, a buscar
piezas de ropa para lavar.
Allí estaba, sentado en la cama, con las manos en el mentón, mirando...
—Hasta que no aguantó más.
—Bueno, basta. Zezé. Ya dije que no y no. Por amor de Dios, no termines con mi
paciencia. Ve a jugar.
Pero no me fui. Es decir, pensé que no me iba. Porque ella me agarró, me llevó afuera
y me depositó en el fondo. Después entró en la casa y cerró la puerta de la cocina y de la
sala. No me rendí. Me fui sentando delante de cada ventana por la que ella iba a pasar.
Porque ahora comenzaba a limpiar la casa y a arreglar las camas. Se encontraba conmigo,
espiándola, y cerraba la ventana. Acabó cerrando toda la casa para no verme.
—¡Mujer de los mil diablos! ¡Parda de mal pelo! ¡Ojalá que nunca te cases con un
cadete! ¡Ojalá que te cases con un soldado raso, de esos que no tienen ni un centavo para
lustrarse las polainas!
Cuando vi que realmente estaba perdiendo el tiempo, salí furioso y gané de nuevo el
mundo de la calle.
En la calle descubrí a Nardinho que jugaba con una cosa. Estaba en cuclillas,
totalmente distraído. Me acerqué. Había hecho un carrito con una caja de fósforos y le había
atado un abejorro tan grande como nunca lo había visto.
—¡Caramba!
—Es grande, ¿no?
—¡Te lo cambio!
—¿Por qué?
—Si quieres fotos...
—¿Cuántas?
—Dos.
—¡Qué gracia! Un bicho de éstos y me das solamente dos fotos...
— Como ésos hay montones en la casa de tío Edmundo.
—Por tres todavía te lo cambio.
—Te doy tres, pero no puedes elegir...
— Así no. Por lo menos quiero elegir dos.
— Bueno.
Le di una de Laura La Plante, que tenía repetida muchas veces. Y él eligió una de
Hoot Gibson y otra de Patsy Ruth Miller. Guardé en mi bolsillo el abejorro y me fui."
***
"— Rápido, Luis. Gloria fue a comprar pan y Jandira está leyendo en la mecedora.
Salimos escurriéndonos por el corredor. Y lo ayudé a "desaguar".
—Haz bastante, que en la calle no se puede de día.
Luego, en la pileta, le lavé la cara. Y después de lavar también la mía volvimos al
dormitorio.
Lo vestí sin hacer ruido. Le calcé los zapatitos. ¡Porquería de calcetines, no servían
más que para complicarlo todo! Abotoné su saquito azul y busqué el peine. Pero su pelo no
se asentaba; había que hacer algo. No contaba con nada en ningún rincón. Ni brillantina, ni
aceite. Fui a la cocina y volví con un poco de grasa en la punta de los dedos. Restregué la
grasa en la palma de la mano y la olí, primero.
— No tiene olor.
Acomodé los cabellos de Luis y comencé a peinarlos. Entonces su cabeza quedó
linda; llena de rulos, parecía un San Juan con un carnerito sobre las espaldas.
—Ahora te quedas ahí, parado, para no arrugarte.
Me voy a vestir.
Mientras me ponía los pantalones y la camisa blanca, miraba a mi hermano.
¡Qué lindo era! No había otro más lindo en Bangú.
Me calcé las zapatillas de tenis, que tenían que durar hasta que fuese al colegio, el
año siguiente. Continué mirando a Luis.
Lindo y arregladito como estaba hasta podría ser confundido con el Niño Jesús, más
crecidito. Apuesto a que va a ganar montones de regalos. Cuando lo miraran...
Me estremecí. Gloria acababa de volver y colocaba el pan sobre la mesa. Los días
que había pan, el papel hacía ese ruido.
Salimos tomados de las manos y nos pusimos delante de ella.
—¿No está lindo, Godóia? Yo lo arreglé. En vez de enojarse, se recostó en la puerta y
miró hacia arriba. Cuando bajó la cabeza tenía los ojos llenos de lágrimas.
—También tú estás lindo. ¡Oh! ¡Zezé!...
Se arrodilló y apoyó mi cabeza sobre su pecho.
—¡Dios mío! ¿Por qué la vida tendrá que ser tan dura para algunos?...
Se contuvo y comenzó a arreglarnos prolijamente.
—Te dije que no podría llevarlos, Zezé. Realmente, no puedo. Tengo tanto que hacer.
Primero vamos a tomar café, mientras pienso alguna cosa. Aunque quisiese, ya no habría
tiempo para que me vistiera. . .
Puso nuestro tazón de café y cortó el pan. Continuaba mirándonos afligida.
—Tanto trabajo para ganarse unas porquerías de juguetes ordinarios. Claro que
tampoco pueden dar cosas muy buenas para tantos pobres como hay. Hizo una pausa y
continuó:
—Tal vez sea la única oportunidad. No puedo impedir que ustedes vayan. .. Pero, Dios
mío, son muy chiquitos...
—Yo lo llevo a él con cuidado. Lo llevaré de la mano todo el tiempo, Godóia. Ni siquiera
es necesario cruzar la carretera Río-San Pablo.
—Aun así es peligroso.
—No lo es, y yo tengo sentido de orientación.
Se rió, dentro de su tristeza.
—¿Quién te enseñó eso, ahora?
—Tío Edmundo. Dijo que Luciano lo tenía, y si Luciano, que es menor que yo lo tiene,
yo lo tengo más...
—Voy a hablar con Jandira.
—Es perder el tiempo. Ella nos deja. Jandira solamente vive leyendo novelas y
pensando en sus admiradores. No le importa.
—Vamos a hacer lo siguiente: terminen con el café y nos vamos luego al portón. Si
pasa gente conocida que va para ese lado le pido que los acompañe.
No quise comer el pan para no demorar. Fuimos hacia el portón.
No pasaba nadie, solamente el tiempo. Pero acabó pasando. Por allá venía don
Pasión, el cartero. Saludó a Gloria, se quitó la gorra y se ofreció a acompañarnos.
Gloria besó a Luis y después a mí. Conmovida preguntó sonriendo:
—¿Y aquel asunto del soldado raso y las polainas. . .?
—Son mentiras. No fue de corazón. Te vas a casar con un mayor de aviación lleno de
estrellitas en el hombro.
—¿Por qué no fueron con Totoca?
—Totoca dijo que no iba para allá. Y que no estaba dispuesto a llevar "equipaje".
Salimos. Don Pasión nos mandaba ir adelante e iba a entregar las cartas en las casas.
Después apuraba el paso y nos alcanzaba. Volvía a repetir la acción, en seguida. Cuando
llegamos a la carretera Río-San Pablo, nos dijo sonriente:
—Hijos míos, estoy muy apurado. Ustedes están retrasando mi trabajo. Ahora vayan
por ahí, que no hay ningún peligro.
Salió, de prisa, con el paquete de cartas y papeles debajo del brazo. Pensé, rabioso:
—¡Cobarde! Abandonar a dos criaturas en la carretera, después de haberle prometido a
Gloria que nos llevaba.
Tomé con más fuerza la mano de Luis y continuamos la marcha. El cansancio ya
comenzaba a manifestarse en él. Cada vez disminuía más sus pasos.
—Vamos, Luis. Ya estamos cerquita y hay muchos juguetes.
Caminaba un poco más rápidamente y volvía a retrasarse.
—Zezé, estoy cansado.
—Te voy a alzar un poco, ¿quieres?
Abrió los brazos y lo cargué un tiempo. ¡Pero vaya! ¡Pesaba como si fuese plomo!
Cuando llegamos a la Calle del Progreso quien estaba bufando era yo.
—Ahora caminas otro poquito. El reloj de la iglesia dio las ocho.
—¿Y ahora? Había que estar allí a las siete y media. Pero no importa, hay mucha gente
y van a sobrar juguetes. Traen un camión lleno.
—¡Zezé, me está doliendo un pie. !
Me incliné:
—Voy a aflojarte un poco el cordón y mejorará.
Ibamos cada vez más despacio. Parecía que el Mercado no llegaba nunca. Y después
todavía teníamos que pasar la Escuela Pública y doblar a la derecha en la calle del Casino
Bangú. Lo peor de todo era el tiempo, que parecía volar a propósito.
Llegamos allá muertos de cansancio. No había nadie. Ni parecía que hubiera habido
distribución de juguetes. Pero la hubo, sí, porque la calle estaba llena de papel de seda
arrugado. Los trocitos de papel coloreaban la arena.
Mi corazón comenzó a inquietarse.
Cuando llegamos, don Coquito estaba ya cerrando las puertas del Casino.
Extenuado, le dije al portero:
—Don Coquito, ¿ya se acabó todo?
—Todo, Zezé. Ustedes llegaron muy tarde. Esto fue como un alud.
Cerró media puerta y sonrió bondadosamente.
—¡El año que viene tienen que venir más temprano, dormilones!. . .
—No importa.
Pero sí que importaba. Estaba tan triste y desilusionado que hubiese preferido morir
antes de que sucediese aquello.
—Vamos a sentarnos allí. Necesitamos descansar un poco.
—Tengo sed, Zezé.
—Cuando pasemos por lo de don Rosemberg pedimos un vaso de agua. Alcanza para
los dos.
Solamente en ese momento descubrió toda la tragedia. Ni habló. Me miró haciendo
pucheros y con los ojos perdidos.
—No importa, Luis. ¿Sabes? Voy a pedirle a Totoca que le cambie la cola a mi caballito
"Rayo de Luna" para dártelo como regalo de Papá Noel.
Pero continuó lloriqueando.
—No, no hagas eso. Tú eres un rey. Papá dijo que te bautizó Luis porque era nombre
de rey. Y un rey no puede llorar en la calle, frente a los demás, ¿sabes?
Apoyé su cabeza en mi pecho y me quedé alisándole el cabello enrulado.
—Cuando sea grande, voy a comprar un coche bonito como el de don Manuel
Valadares. Ese del Portugués, ¿te acuerdas? Ese que pasó una vez delante de nosotros en
la Estación, cuando estábamos saludando al Mangaratiba... Bueno, voy a comprar un
cochazo lindo, lleno de regalos, y solo para ti... Pero no llores, que un rey no llora.
Mi pecho explotó con enorme amargura.
—Juro que lo voy a comprar. Aunque tenga que matar y robar...
No era mi pajarito el que me comentaba eso, allá adentro. Debía ser el corazón.
Solamente eso podía ser. ¿Por qué el Niño Jesús no me quería? El amaba hasta al
buey y al burrito del pesebre. Pero a mí, no. Y él se vengaba porque yo era ahijado del
diablo. Se vengaba de mí dejando a mi hermano sin su regalo. Pero Luis no merecía eso,
porque era un ángel. Ningún angelito del cielo podía ser mejor que él.
Y las lágrimas brotaron cobardemente de mis ojos.
—Zezé, estás llorando...
—En seguida pasa. Además, no soy un rey, como tú. Solamente soy una cosa que no
sirve para nada. Un chico malo, bien malo... Apenas eso."